6 de septiembre de 2014

Nueva entrega también de ELLA.



Mariquita Plastilina y la sombra del genio.




Érase una vez, una niña, se llamaba, Mariquita Plastilina. Sí, ya la conocéis del cuento anterior. El primero de su colección, ¿Te gustaría seguirla?

Era alegre y risueña. Juguetona y fantasiosa. Amiga de sus amigas. Testaruda también y con la compañía constante de una sombra: "Su genio....y figura". ¿Por siempre jamás?


Una mañana, Mariquita Plastilina, jugaba en su casa con sus hermanos. Imaginaban historias unas tras otras, enlazando personajes un sin fin de veces. Realmente perdían la noción del tiempo. 

Pero esa mañana, apareció una sombra. La seguía de aquí para allá, desmontando en un plis plas toda la historia.

Al día siguiente apareció también y al otro y al otro,..... , hasta que una tarde, mientras todos dormían, Mariquita Plastilina, con valentía,  la llamó.

 -Eh! Tú! - le decía con decisión. Estaba en su cuarto y no había dejado de seguirla esa mañana. ¡Era realmente su sombra!

-Hola. Sé tu nombre y lo que haces y cómo eres porque como sabes, yo, soy tu sombra. 

-Pero no eres una sombra normal-le decía ahora extrañada.

-Es que no soy una sombra cualquiera. Yo soy la sombra del genio. Y como habrás comprobado voy cambiando de color. Pero todo es debido a ti. ¿No echas de menos algo?

-No, ¿el qué?-decía dudando.
-Como te he dicho, no soy una sombra cualquiera. Me he apoderado de tu sombra, la verdadera.

-Oh!- exclamó Mariquita Plastilina.
-Sí, poco a poco, tu mismo genio me ha ido llamando y aquí estoy.

-¡Y te has comido a mi sombra! ¡Maléfica! ¡Quiero mi sombra! ¡Dámela! ¡Yaaaa! -silencio. ¿Hola? ¡Hola! ¡Dónde estás!-gritaba furiosa.


Después de un largo silencio vino la oscuridad de la noche y Mariquita Plastilina se quedó en su colchón pensando.  Con el primer rayo del sol abrió un ojo, luego el otro. Miró a su alrededor y no veía a aquella sombra. Se levantó, buscó a sus hermanos pero no la escuchaban. 

-¡Hola! ¡Estoy aquí!

Cada vez se encontraba más rara. No entendía nada. 

Pasó el día un poco aburrida. Sus hermanos no la veían. Desesperada, se tumbó en su cama y pensó en la sombra gris. Pensó tanto que eso hizo que de repente escuchara un,...

-Toc, toc ¿puedo pasar?, creo que me has llamado.
-Eh, bueno, me he acordado mucho de ti. ¡Hoy me lo he pasado fatal! 
-Ah ¿sí?. Creo que has estado hoy muy poco visible. Tus hermanos no te veían ¿verdad? 
-¡No! ¡Y no lo entiendo!
-Pues yo te lo voy a explicar. Hoy te ha visitado la sombra de la invisibilidad. Cuando yo aparezco, la sombra del genio, mi hermana, la sombra de la invisibilidad me hace desaparecer a mi. El genio te convierte en una niña invisible porque conmigo no puedes conseguir nada. Conmigo nadie te va a escuchar.
-Y ¿qué hago? !ayúdame!


La sombra se acercó a ella. Le rozó la frente y se marchó. 

No sabía por qué se había ido. Tumbada otra vez en su cama como la noche anterior pensó en lo que le había pasado ese día. Escuchaba a sus hermanos jugar, los imaginaba sin la sombra del genio. Veía sus sombras, las buenas, felices junto a ellos.

-¡Ya lo sé! 

Se levantó de su cama, abrió el cuarto de juego y le dio a su hermano un juguete que le había quitado sin ninguna explicación haciéndolo llorar. Luego se acercó a su hermano mayor y le dio un beso en la mejilla susurrándole al oído palabras bonitas. Les explicaba por qué les había gritado y les convencía con todas las letras del abecedario el por qué de las cosas, sin gritos. Sin genio, del malo. 

De repente sus hermanos jugaban con ella. De repente las dos sombras  se divertían contentas y felices junto a la suya. La sombra de la invisibilidad y la del genio se habían marchado ¿para siempre?


Mariquita Plastilina esa noche durmió profundamente.

María Diffort



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.