15 de mayo de 2015

Mi entrada en los 40


Perdonarme, sigo con el monotema.



Era la noche antes de LA FECHA y un grupo de personas habíamos quedado sobre ruedas para encontrarnos con nuestra ciudad a la luz de la luna. No temáis, no es de alto riesgo. Lo que sí tienes que ir es con una mochila cargada de alegría, disfrute y de ganas de pasarlo bien.Hasta aquí fácil. 


Nos fuimos encontrando en un tal Oscar hasta que el grupo estaba compuesto. De los ojos saltaban chispas (eso dice uno)y ahora os hago una pregunta ¿Os apetece saber más? Pues voy a intentar teletransportaros a mi noche compartida de ayer, la noche previa.




El calor sofocante del medio día se esfumó para pasar a una brisa pegada a nuestros rostros. Era una brisa sorpresa porque no nos la esperábamos pero la acogimos de muy buenas maneras. Por cierto, nos acompañó toda la noche. Ansiosas por empezar nos lanzamos a la vía verde, una vía muy agradecida en ciertos momentos. Esquivábamos con estilo las semillas de los árboles. Girábamos con garbo las esquinas de las calles y hasta bailamos con mucho estilo en una barrio con mucha elegancia.

Callejuelas y rincones para esconderse. Risas y carcajadas se encontraban a nuestro paso. Destellos de turistas enviándonos a cualquier rincón del mundo. 

Piernas en movimiento al ritmo de la música de las calles. Miradas curiosas y miradas vigilantes. No éramos el terror de la noche, no, éramos unas madres disfrutando de nuestro momento. Unas mujeres que en ese instante abandonaron todo lo que rondaba por sus cabezas para centrarse únicamente en deslizarse y disfrutar de esta noche mágica.

Una ciudad a nuestros pies. Una manera diferente de verla y conocerla. Palpar sus calles volando entre ellas. Sumergirte con sus gentes tras las estrellas. Porque sí, en esta ciudad, aún, muchas veces las vemos tras nuestras cabezas.

Primera parada en las famosas Setas. Al ritmo de un bonito balanceo ascendimos a ese conocido balcón. Te guste más te guste menos, subir de esta manera se lleva de muy buena manera.

El descenso fue incluso mejor que el ascenso, acompañado de un peculiar sonido para no fastidiar el momento. Pero las calles nos esperaban y unos adoquines cerca nos saludaban. 

Segunda parada con fotos para el recuerdo. América se lleva unas patinadoras de lujo. Más allá del charco, unos ojos chispeantes iluminan aun más la belleza de la plaza. El salvador. 

Y nuestra ruta continua hacia la otra Sevilla. Triana nos espera y unos cartuchos de pescaito frito, de categoría, porque, todo hay que decirlo. Un descanso merecido para esos cuerpos deslizantes. Momento de compartir anécdotas, historias, avances, ilusiones, perspectivas, retos y con una meta: la segunda ruta nocturna. 


Y es que esto tiene el patinaje, si empiezas no paras. Pero toda esta noche con memorando el colofón de un curso escolar, fue gracias a la compañía que tuvimos. Gracias a unos @patinadoresdesevilla que hacen que patinar te haga sentirte más libre. 

Cuando patinas te sumerges en otra realidad. Vuelan a no sabes donde parte del contenido del interior de tu cerebro y se apodera de el emociones nuevas. La sensación es eso de....Quiero más.


Esa sensación hizo que a la una y trece minutos de un 15 del 5 del 2015, me encontrara frente al espejo, sonriendo y con ganas de más. Y entonces me dije....Mamis, es un buen comienzo. Inicias los cuarenta sobre ruedas y un litro de leche ...¿eh?, bueno eso es otra historia quizás para otro post.


¿He conseguido teletransportarte?







  



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